Desde otro continente casi una década después de haber renunciado sentidamente a seguir siendo miembro de un proyecto tan amado, que ayudé a alzar desde los cimientos, me uní a ellos a través de la red, con un sincero mensaje de felicitación y hasta de orgullo por haber sido uno de sus activos cofundadores, y me quedé reflexionando que los mayores desafíos que he enfrentado han sido los de iniciar, materizar, llevar adelante y mantener proyectos colectivos, empresas comunitarias donde el quid de la cuestión es lograr que siete, diez, catorce personas se pongan de acuerdo en algo, lo realicen con armonía y mantengan la unión de la comunidad contra cualquier dificultad que pueda surgir.
Éste e uno de los temas más profundos y uno de los mayores aprendizajes de la vida: Si ya es difícil llevarse bien con la pareja escogida, madre o padre de nuestros hijos, durante muchos años y seguir creando, creciendo y construyendo juntos con equilibrio y amor, imaginen como será conseguir danzar, no dos, sino catorce egos juntos sin que algunos pisen los piés de otros.
Como el tema se merece un sincero análisis autocrítico (porque no importa tanto lo que digan o hagan los demás, que siempre van a decir o a hacer, como lo que quiere de verdad y cómo reaccione uno), lo dejo apuntado aquí para ir trabajándolo detenidamente, considerando, al mismo tiempo, los demás proyectos colectivos que en mi vida he abordado y me atrevo a continuar abordando, hasta que comience a publicar mis reflexiones en otras entregas de esta misma página. Entretanto, mis mejores vibraciones para los ecoaldeanos y ecoaldeanas de Aldea Feliz, en cuya foto de aniversario reconozco a por lo menos dos de mis compañeros cofundadores iniciales, por haber conseguido éxito en el desafío mayor de cualquier comunidad: mantenerse unidos doce años.
